Hace algún tiempo, después de un fin de semana donde mis padres, empecé a pensar en cómo contarle a mis hijos (nacidos en Santiago), sobre ese mundo tan distinto en el que crecí.

Soy Viñamarino, “nacío y criáo”. Nacido en la primera mitad de los 60’s y criado en esa ciudad hasta finales de los 80’s.

Soy algo así como la transición entre la vida tradicional y antigua de “provincia”, esa de un país perdido en la esquina sur-poniente de Sudamérica, y la modernidad de una ciudad integrada al mundo, con supermercados, información global y productos importados.

Pasé de los “pecos bill” de Rummel a los “jeans” de Levi’s. De las botellas del lechero de la ULA a los tetra-pack de Soprole larga vida. Del Falcon Futura armado en Casablanca al Toyota Corolla importado de Japón. De la operadora 108 para llamar a Reñaca al DDD (discado directo distante) automático para hablar al mundo. De los monos de Lukas en el canal 4 de la UCV a las películas de HBO por cable.

Aunque estas historias son básicamente Viñamarinas, al venirme a Santiago y conocer a muchas otras personas de muchas otras ciudades de provincia, descubrí que en ellas hay algo de todos los que no crecimos en la “capital”. Cambien los nombres de las tiendas, de la calle principal o del café de moda  y podrán descubrir el “paisaje social” de muchos de los lugares que no son el monstruo santiaguino. Quizás incluso los capitalinos podrían encontrar algo de ese “barrio” en que se criaron.

Como dicen los gringos, voy a hacer un “disclosure”. Aunque ambientados en tiempos complejos, no esperen encontrar aquí posiciones o discursos políticos, conflictos entre dictaduras o democracias, revoluciones o patriotismos.

Mis cuentos y recuerdos son las vivencias y experiencias de un viñamarino de clase media, que creció en una ciudad más chica, más local y quizás, más simple y amable.

Como diría un huaso: Son ingenuos y ¡¡“a mucha honra”!!

PNB

Sept 2015