UN VIEJO CASTOR SOLITARIO
Hubo una vez un castor que trabajaba, todos los veranos en reparar y cuidar su laguna.
Aunque en general no era muy amistoso con sus vecinos y en los momentos de descanso, conversaba con los patos, las ardillas y hasta con los ciervos y zorros que venían a tomar agua en su pequeño lago, cuando se ponía a trabajar, se transformaba en un ser huraño, que no quería conversar con nadie y menos aún, aceptar la ayuda de nadie.
Él prefería trabajar sólo, ya que solo él era capaz de saber qué es lo que había que hacer y sólo él podía hacer las cosas bien. Ni siquiera había pensado en casarse, ya que una castora y un montón de cachorros sólo le quitarían tiempo, le darían opiniones sobre cómo hacer las cosas y, lo más terrible de todo, tratarían de “ayudarlo” con sus construcciones.
Así se pasaba los breves veranos del norte, construyendo, reparando y juntando alimentos para los meses de invierno.
Cuando llegaban las nieves, él se metía en su refugio calientito, con sus ramas y hojas para comer, con sus maderas para tallar y con sus planes respecto a cómo hacer las cosas mejor el próximo verano.
Poco a poco, se fue convirtiendo en un ser solitario, que desconfiaba de los otros y que sentía que no necesitaba a nadie más en el mundo.
Pero ocurrió un verano que, cortando un abedul un poco más grande que lo normal porque pensaba que con eso podría anclar mejor su dique, se dedicó tanto a soñar con lo bien que le quedaría todo que no se fijó y el árbol cayó justo en medio de sus construcciones.
Rápidamente el agua comenzó a escaparse y su laguna se fue achicando a gran velocidad.
Desesperado trató de cortar más ramas y arbolitos para reparar el daño, pero el trabajo era demasiado grande para él sólo. Empezó a lanzar grande gritos para ver si otros castores venían a ayudarlo pero como siempre se había alejado de ellos y les había criticado lo malo de sus construcciones, todos los castores de alrededor se hicieron los sordos. Nadie venía a yudarlo.
Un grupo de ardillas que vivían cerca se dio cuenta del problema. Aunque el castor nunca había sido muy sociable con ellas porque pensaba que sus dientes eran demasiado débiles comparados con los de él, ellas siempre aprovechaban las ramas de los árboles que él botaba para encontrar en ellas pequeñas nueces y bellotas que les servía para alimentar a su familia.
Se pusieron de acuerdo y recorrieron todos los árboles de la zona buscando quién pudiera ayudar a este castor solitario y gruñón, pero que no hacía daño a nadie.
En una pequeña laguna que estaba a algunos kilómetros de ahí, encontraron una castor hembra que se había quedado sola con 2 cachorros porque un lobo había cazado a su marido. Esta castor había tratado de seguir viviendo en la laguna que habían construido pero no podía hacer todo lo necesario y al mismo tiempo, cuidar a sus hijos pequeños.
Cuando las ardillas le contaron lo que pasaba con el castor solitario, ella pensó que esa era su oportunidad de compartir una laguna con otro animal necesitado. Le dijo a las ardillas que le ofrecieran al castor que ella lo podía albergar en su casa y sólo le pedía que la ayudara con las reparaciones.
Nuestro amigo solitario, cuando las ardillas le contaron sobre el ofrecimiento trató, orgullosamente de no hacerles caso.
¿Cómo iba él, el mejor de los constructores del bosque, que tenía la laguna más grande y con el dique más alto de los alrededores, aceptar mudarse a una laguna más chica y que no había diseñado él?
¿Cómo podría ser sólo un ayudante en la reparación de un dique ajeno y además compartirlo con una hembra y sus cachorros?
Siguió porfiando en su empeño por reparar su casa, pero en lo que quedaba del verano nunca podría corregir él sólo, todo el daño y ni siquiera tendría un charco de agua para el invierno.
La hembra vecina, al enterarse por las ardillas que el porfiado castor no quería su ayuda y se moriría de hambre y frío en el invierno, decidió tomar a sus 2 cachorros e ir a convencerlo. Su corazón de madre no podía permitir que ese viejo amargado se muriera de puro orgulloso.
Cuando llegó a la laguna rota, vio al castor solitario corriendo de un lado a otro tratando de tapar los hoyos de su dique, pero cada vez que arreglaba uno, se hacían 2 nuevos en otra parte. Trató de ayudarlo acarreando algunas ramas, pero el viejo la miró con cara de pocos amigos y le dijo que no se metiera en su casa. Ella no hizo caso de sus enojos y siguió tratando de ayudarlo. Poco a poco, el viejo gruñón se fue dando cuenta que ella no era totalmente incompetente y que las cosas que hacía por ayudarlo estaban realmente sirviendo para arreglar el daño. Incluso los 2 pequeños castorcitos, con sus pequeños dientes, cortaban ramitas que ella usaba para ir tapando las brechas.
Poco a poco, el dique fue quedando reparado y la laguna empezó a crecer.
Cuando el castor se dio cuenta de que trabajando en equipo con ella eran capaces de hacer juntos mucho más que cada uno sólo, quiso acercarse para agradecerle y decirle que ya podía volver a su casa. Pero pensó que con todo lo que ella había hecho para ayudarle era probable que su propia laguna no pudiera quedar lista a tiempo para el invierno. Además ya se había acostumbrado a tenerla a ella y sus cachorros cerca y no sólo no eran tan molestos como él pensaba sino que era “casi” agradable trabajar con ellos.
Le ofreció quedarse con él ese invierno y que el próximo verano él la ayudaría con su propia laguna. Por supuesto que ella aceptó y pasaron el invierno juntos los 4, conversando se cosas de castores y el viejo se fue encariñando con esa joven hembra y sus cachorros. A su vez, ellos lo adoptaron como un tío viejo que, aunque un poco gruñón y mañoso, sabía mucho de construcciones y les contaba unos cuentos muy entretenidos de todas las cosas que le habían pasado cuando estaba sólo.
Así pasaron las estaciones, los cachorros crecieron y entre todos mantenían la mejor laguna del bosque. El viejo castor aprendió que uno podía estar mejor acompañado y que así todo lo aprendido podría seguir siendo útil mucho tiempo después de que él muriera.
PNB
Comentarios recientes
Hola! Mi hija debe hacer su biografía en la cual debe ir su fecha de nacimiento, donde estudió y el año de la publicación de sus libros.usted me podría ayudar con esos datos por favor.
estimado don pablo mi hijo cursa cuarto basico y nos toco leer su libro las aventiras de romeo palote, detective, debemos hacer una ficha de usted y no hay mucha informacion de su fecha de nacimiento
Buenas tarde Pablo.
Por casualidad llegué a "Algunas Letras Compartidas " , donde narras la vuelta a clases , me fascinó , me llevaste de viaje al pasado ...
¡Gracias por tus hermosas narraciones!
Ma
Hola Janett, mi correo es: pnb1963@outlook.es. Encantado de estar en contacto y apoyarte en lo que necesiten. Abrazo