El Koala Insomne y el Canguro
En los bosques de Australia central vivía un personaje muy curioso. Un joven koala que sufría de insomnio. Los koalas se pasan la mayor parte del tiempo durmiendo trepados en los eucaliptus de los que se alimentan. Por esto nunca viajan muy lejos del árbol en que vive su familia.
Pero este joven koala no podía dormir, más bien no necesitaba dormir tanto como el resto de ellos. A él le encantaba viajar de un árbol a otro y descubrir cosa nuevas o personajes interesantes.
Un día pasó un susto terrible cuando se encontró con una serpiente. Se quedó muy quieto creyendo que era una pitón como las que su mamá le había enseñado que se comían a los koalitas desobedientes. Pero la serpiente lo miró fijamente y notando su miedo le dijo:
- No te preocupes amigo, aunque sea muy venenosa, no me gusta comer cosas tan grandes como tú. Prefiero un buen sapo o un gordo ratón para quitarme el hambre. Sigue tranquilo tu camino y trata de no despertar a mis niños, mira que acabo de darles de comer y este es mi rato de descanso sin todas esas serpientitas dando vueltas por aquí.
El koala respiró aliviado y siguió recorriendo los bosques. Sobre una rama que se recostaba sobre un gran pozón de agua, se sentó a mirar un grupo de animales que nadaban rápidamente de un lado a otro de la laguna. Eran unos seres muy raros, con un cuerpo oscuro, una cola plana, una boca de pato y unas patas con grandes garras. Uno de ellos, el más aventurero, sacó su cabeza a la superficie y saludó amablemente a nuestro amigo.
- ¿Cómo está usted, señor peludo y seco? Había visto a alguno de ustedes durmiendo en los árboles, pero nunca a uno despierto y de día. ¿está viajando hacia alguna parte o comió algo que no lo deja dormir?
- No amigo, sólo soy un koala insomne al que le gusta recorrer el bosque mientras mis hermanos duermen. ¿cómo se llaman ustedes? ¡Nunca había visto unos seres tan curiosos!
- Sólo somos un grupo de Ornitorrincos que vivimos en esta laguna y a los que nos encanta hacer carreras de un lado a otro. Disculpe que lo deje, pero mis amigos ya me están llamando para la principal competencia de la tarde. ¡adiós!
Y con un sonoro chapoteo, se sumergió para reunirse con sus amigos y seguir nadando velozmente de un lado a otro.
Así siguió nuestro koala recorriendo los árboles y las praderas y conociendo muchos otros animales y aves. Estuvo un día conversando con una familia de emús, grandes aves que no vuelan.
Otro día se entretuvo escuchando el canto de las Cucaburras que parecía una risa de hombres y el bullicioso parloteo de un gran grupo de cacatúas.
Todos los animales eran muy entretenidos y amables. Pero un día se encontró con uno que no le parecía conocido y que era muy gruñón y desagradable. Era muy parecido a un canguro rojo, pero tenía una cola mucho más corta que los otros a los que había visto.
El canguro vivía escondido entre los árboles y parecía que no quería juntarse con nadie. Ni con los de su propia especie ni con ningún otro animal.
El koala se acercó hasta una rama cercana y con mucha paciencia le estuvo hablando cariñosamente hasta que logró que el otro le contestara:
- ¿Qué quieres que molestas tanto, molestosa bola de pelos? ¿Por qué no te vas a dormir como todos los otros koalas?
- Amigo, ¿qué animal eres tú? Pareces un canguro rojo pero algo te falta y no caminas como ellos.
- Veo que eres observador Koalita, yo no ando fijándome en tus defectos, ¿Por qué te metes con los míos?
El koala, algo enojado con este malhumorado canguro, se quedó un rato callado pero luego le contestó:
- Si eres tan sensible, ¿por qué me dijiste que no podía dormir? Yo ya aprendí a vivir con esto de ser insomne y ya no me importa que todos mis parientes se pasen el día durmiendo. De hecho, con tanto sueño se han perdido la oportunidad de descubrir y conocer a todos los animales que yo he conocido. ¿por qué no me cuentas qué es lo que te tiene tan enojado?
El canguro se dio cuenta que quizás al hablar de su defecto podría aliviarse un poco de su enojo. Cambiando el tono de voz, le contó su problema:
- Hace un par de meses, mientras recorría sólo por la pradera y estaba comiendo distraído, me atacó un grupo de Dingos, esos perros salvajes que son tan hambrientos y agresivos.
- Aunque traté de saltar rápido para que no me comieran, uno de ellos se agarró de mi cola y por mucho que lo pateara y moviera, no se quería soltar. Al final terminó cortándome la punta.
- Pero a muchos animales los han atacado y no por ello se enojan tanto ni se esconden – le respondió el koala tratando de que sintiera que su herida no lo hacía anormal.
- Sí, pero mi problema no es el que me hayan atacado. Lo que pasa es que para nosotros la cola es una parte fundamental para afirmarnos para comer y estabilizarnos al saltar. Con el pedazo que me falta, ya no puedo seguir el ritmo de mi manada y agacharme para comer es muy complicado. Por esto es que prefiero esconderme en el bosque y comer las hojas bajas de los arbustos que aunque no son tan sabrosos como el pasto de la pradera, me quedan dentro de lo que puedo alcanzar sin necesidad de agacharme tanto. Pero lo que lamento es que ahora vivo solo y echo de menos a mi gente. Además, al no poder pararme en la cola, no puedo combatir con los otros machos para buscarme una cangura que quiera casarse conmigo.
El joven koala entendió por fin, el problema del canguro y decidió tratar de ayudarlo. Se atrevió a bajar de los árboles y caminó torpemente por la llanura buscando alguna manada de los parientes de su nuevo amigo.
Al poco andar se encontró con una cangura muy joven que tenía un cachorro en su bolsa y que andaba sola.
El koala se le acercó y le preguntó:
- Señora cangura, ¿por qué está usted tan sola con su hijito?
- Es que mi a mi marido lo mataron los dingos y ahora tengo que criar sola a mi hijo. Es peligroso porque cuando como, tengo que estar a cada rato con un ojo puesto en que no aparezcan otros perros a atacarnos.
Al koala se le encendió la ampolleta e inmediatamente le contó lo de su amigo herido y lo sólo que él estaba. La hembra lo escuchó atentamente y pensó que ello podría ser la solución para los problemas de ambos.
- Si yo me fuera a vivir con él a su bosque podríamos ayudarnos mutuamente. Yo podría comer tranquila sabiendo que mi hijo podría quedarse bien cuidado y podríamos acompañarnos. Además podría llevarle a él un poco de ese pasto que tanto extraña.
Partieron ambos hacia el escondite del canguro. Apenas se vieron, los canguros se dieron cuenta que este arreglo del koala podría ser muy positivo. Además, como el canguro era grande y fuerte a pesar de estar un poco mocho y la hembra era joven y bonita, se gustaron.
Así muy pronto los tres decidieron formar una familia. Eran un curioso trío de canguros que vivían entre el bosque y la pradera. Y fueron muy felices.
Y cuando se decidieron a tener otro cangurito le pidieron a su amigo koala andariego que fuera su padrino.
PNB
Comentarios recientes
Hola! Mi hija debe hacer su biografía en la cual debe ir su fecha de nacimiento, donde estudió y el año de la publicación de sus libros.usted me podría ayudar con esos datos por favor.
estimado don pablo mi hijo cursa cuarto basico y nos toco leer su libro las aventiras de romeo palote, detective, debemos hacer una ficha de usted y no hay mucha informacion de su fecha de nacimiento
Buenas tarde Pablo.
Por casualidad llegué a "Algunas Letras Compartidas " , donde narras la vuelta a clases , me fascinó , me llevaste de viaje al pasado ...
¡Gracias por tus hermosas narraciones!
Ma
Hola Janett, mi correo es: pnb1963@outlook.es. Encantado de estar en contacto y apoyarte en lo que necesiten. Abrazo