RECOMIENDO VIÑA
Después de unos cuantos años sin haberlos visto, el otro día encontré en un supermercado, unos Berlines rellenos de mermelada. Pocos días después, en Facebook, un amigo publicó una foto antigua de Lagomarsino. La coincidencia de estas dos cosas me trasladó a nuestro Viña antiguo y esas comidas que en uno u otro momento todos probamos.
Obviamente tengo que partir con el Samoiedo y sus empanadas, las clásicas de pino para los más tradicionales, las fritas de queso para menores y mañosos y mis favoritas, las de pino en masa de hoja, idealmente acompañadas de una Coca, de esas de botella chica de vidrio, o de un café cortado.
Por la vereda del frente, los helados del Timbao y la Triestina, artesanales y que después podíamos pedir bañados en un chocolate que derretía todo por dentro y obligaba a hacer malabares para no terminar con una mitad en el estómago y la otra en la camisa.
Una pequeñaa caminata hacia la plaza y en la esquina los pasteles de Cevasco, que mi madre compraba para las celebraciones (los eclair chiquititos rellenos de crema de vainilla eran los mejores) y doblando hacia la parroquia, el Quick Lunch para esos hot-dogs de tarde de domingo.
Nos volvíamos a la calle Valparaíso y cruzábamos hasta encontrar esa pequeña confitería donde mi abuela compraba las galletas partidas para hacer las bolitas de nuez de los cumpleaños infantiles.
Si seguíamos por la calle Valparaíso, estaban las galletas del Tip-Top, al lado del caracol, me encantaban unas planas, duras y pegotes de caramelo. Por la calle Quinta, al lado del Olimpo, el Sauzalito con alfajores, chocolates en rama, el montón maní y esos maravillosos cuchuflíes gigantes, rellenos con manjar y con punta de chocolate, que tenían más calorías que un almuerzo y te dejaban empalagado de dulce para todo el día.
Por la misma vereda, entre Villanelo y Traslaviña, tres íconos. En la esquina la Viale, con el ya mencionado molde cortado ahí mismo con una máquina que me maravillaba cuando “Cabro Chico” (como dijo Alexis). Después la confitería de los Comas, de galletas y chocolates de nuestras cercanas Hucke y Ambrosoli o las santiaguinas Guindas al licor de Costa. Finalmente, y casi llegando a la esquina del supermercado Ayarza y los helados de los Mery, estaba el Café Mirabel, con esos maravillosos café y chocolate helados que tomábamos después de la compra de regalos de navidad.
Un poco más adelante, estaba la Tostaduría Arauco y sus aromas de maní tostado que llenaban la cuadra de olor y nuestra boca de saliva.
Más allá, llegando a Ecuador, el renombrado León en el que alguna vez cambiamos la sal por azúcar en los saleros, solo para ver la cara de sorpresa de los que mordían su “italiano” para encontrarlo espantosamente dulce.
Finalmente llegábamos a las pastas de Da Gino, los mejores ravioles que he comido y a los strudel de su vecina pastelería.
Cruzando el puente hacia la Población Vergara llegábamos a San Martín, a las carnes de la Armandita y su chimichurri de orégano y ajo (no apto para pololos), a las empanadas de La Picha y al famoso y eterno San Marcos en que alguna vez quedamos turnios después de un inmenso Tris de Ases.
Tomando la 1 a Reñaca, encontrábamos las papas del Long Beach, con el aceite más reciclado de la historia y la Hostería Los Ositos (a la que nunca fui). A fines de los 70’s hubo un par de puestos en la orilla de la playa en los que comí las primeras hamburguesas de mi vida, sólo me acuerdo de La Parva Inn.
En el camino costero, hacia Con Con, muchos restoranes de pescados y mariscos frescos, recién llegados de la caleta, hasta terminar en Las Deliciosas y sus empanadas fritas de marisco, de pino yo de queso con todas las combinaciones posibles. Subiendo el cerro, el Tirol, destino de tanto Churrasco Palta amanecido al final de un carrete o Año Nuevo.
Volvíamos a Viña para pasar por los arrollados de Las Gaviotas y sus despedidas de soltero y bajando por Libertad, ahí justo antes del puente estaban los panes integrales de Junge. Después de cruzar, los mayorcitos disfrutaban, ahí al lado del Correo, del pisco sour del Mocambo y nosotros de esos maravillosos, inmensos y jugosos berlines de Lagomarsino, que son los culpables de esta crónica y de que este ahora soñando con todas esas cosas ricas con las que me atreví a robarle el título a un programa de televisión.
PNB
Comentarios recientes
Hola! Mi hija debe hacer su biografía en la cual debe ir su fecha de nacimiento, donde estudió y el año de la publicación de sus libros.usted me podría ayudar con esos datos por favor.
estimado don pablo mi hijo cursa cuarto basico y nos toco leer su libro las aventiras de romeo palote, detective, debemos hacer una ficha de usted y no hay mucha informacion de su fecha de nacimiento
Buenas tarde Pablo.
Por casualidad llegué a "Algunas Letras Compartidas " , donde narras la vuelta a clases , me fascinó , me llevaste de viaje al pasado ...
¡Gracias por tus hermosas narraciones!
Ma
Hola Janett, mi correo es: pnb1963@outlook.es. Encantado de estar en contacto y apoyarte en lo que necesiten. Abrazo