CINE Y TELEVISIÓN
En este tiempo de hoy, en que tenemos más de 200 canales de cable o multicines de innumerables salas; en que las películas se estrenan simultáneamente con el resto del mundo o están en Netflix poco tiempo después de salir de los cines, es curioso recordar lo que era todo eso en nuestra época.
Cuando les cuento a mis hijos que en mi casa había una sola tele, en blanco y negro o que teníamos 3 canales que transmitían entre las 11 AM y las 12 PM y que había que pararse del sillón a cambiarlos con una perilla, me miran con cara de estar hablando de la edad media.
Pero para nosotros ese mundo era muy especial. Juntarse a ver la tele era un acto familiar, una reunión tan importante como la comida juntos o el almuerzo de los domingos. Discusiones respecto a qué ver o a los horarios, no eran tema. Las alternativas eran tan pocas como pocas eran las teles. Desde el Lagarto Juancho o la Tortuga D’Artagnan cuando chicos, pasando por el Llanero Solitario, la Liga de la Justicia y los Picapiedras ya más grandes, nuestras caricaturas eran, a ojos de hoy de una inocencia y simplicidad exquisitas. Los buenos eran siempre buenos, los malos eran perversos. Cuando un personaje corría, el paisaje de atrás era siempre el mismo que pasaba y pasaba. Además, como eran tan pocos, las frases típicas las conocíamos todas; el “Yaba-daba-dú” de Pedro Picapiedras o “A luchar por la Justicia” de Superman, los “¡Santos Tiburones Venenosos!” del tarado de Robin y “¡Hayoo Silver! del Llanero eran las frases con que jugábamos a héroes o vaqueros con nuestros amigos. Porque con tan poca tele, ¡¡los niños nos juntábamos a jugar!! e inventábamos escenarios e historias en las que hacerlo.
Teníamos también las series del Oeste como “La Ponderosa” o el “Gran Chaparral” en las que nunca faltaban los villanos que trataban de robarse el ganado o el rancho de alguien o los indios que asaltaban cuanta caravana iba de un lado a otro y para los más tranquilos la “Pequeña casa en la Pradera” en la que los Ingals no sólo tenían la peor suerte del mundo sino que parecía que se la contagiaban a amigos y vecinos. O la ciencia ficción de “Los Invasores” en que los marcianos tenían el dedo chico siempre rígido. Los más policiales podían elegir entre el “FBI en Acción” y “Las calles de San Francisco” o después entre “Kojac”, “Baretta” o “Columbo”.
Estaban también los programas familiares y nuestros. Era casi un rito juntarse a ver los monos de Lukas y el Sapo y la Culebra en que con los dibujos íbamos aprendiendo de nuestras historias y lugares. Ya más grandes, el sábado le pertenecía a Sábados Gigantes y en la tarde del domingo era casi obligatorio el Japening con Ja.
En los setenta partieron los programas juveniles de baile y música. Primero fueron Música Libre con toda la música argentina de Los Náufragos, hasta hoy basta ver como los más viejitos salen rápido a la pista cada vez que suena la Pequeña Langosta o como todos cantamos Puerto Montt. Después llegó el Midnight Special para los que estábamos más en la onda Disco y la música yanqui. Nuestros padres veían religiosamente el festival de San Remo de Nicola di Bari y Domenico Modugno. Ya bien entrados en los 80’s o los 90’s aparece el Extra Jóvenes que tomó el estilo de Música Libre pero actualizado a la época.
Una mención especial, tienen las teleseries. Primero las importadas como Nino, la Muchacha Italiana viene a Casarse o cualquiera de las venezolanas donde la protagonista pasaba alternativamente de quedarse ciega a perder la guagua o ambas simultáneamente. Después vinieron los fenómenos nacionales como La Madrastra con la Jael Unger y el papá de la Camila Vallejos, la escena final de Los Títeres es tan recordada que hasta hoy cuando alguien está loco se dice que esta “peinando la muñeca”. ¿Y quién no sufrió con la Nice de Ángel Malo?
Y suma y sigue…
Cuando hablamos del cine, en Viña, sólo teníamos 3, el Olimpo en la calle Quinta que era el mejorcito y tenía unos asientos anchos en los que podías sentarte apretadito con tu polola; el Rex, al lado de La Pergola, el cual estaba más viejito y en el cual más de una vez se podían ver unos “marditos roedores” cinéfilos que se paseaban por el escenario. El más moderno y alternativo era el Cine Arte, con películas más sofisticadas y obras de teatro. Al lado del Samoiedo hubo otro que se llamaba el Rialto, pero no me acuerdo mucho de él porque lo demolieron para construir el Caracol.
Donde la oferta era más extensa era en Valparaíso. A lo largo de la calle Pedro Montt había muchas salas de buenos cines a los que llegaban las mejores películas, me acuerdo de haber ido muchas veces a ver “Aeropuerto 75” o “Infierno en la Torre” al Metro o que el terremoto del 71 pilló a mis papás en el Brasilia. Una cosa que no podía faltar era el famoso noticiario de “El Mundo al Instante” de la UFA, en la cual nos enterábamos de puras latas tecnológicas o arquitectónicas de Alemania, pero que no podíamos dejar de ver porque no se podía entrar a la sala después de que la función hubiera empezado.
Alrededor de la plaza Anibal Pinto estaban los cines “cochinos” con funciones continuadas de películas para “mayores de 18” pero que generalmente estaban llenas de adolescentes de 16 o 17 años tratando de ver “la profesora de ¿algo?” sin que al “cojo” se le partiera la pantalla por la mitad.
Pero como dije al principio, nuestro mundo del cine y la televisión era mucho más simple. Funciones de matiné, vermouth y noche; pocos canales y pocos horarios en la tele. Programas más inocentes, más familiares. Pero, así y todo, como éramos una ciudad chica en un mundo que no estaba globalizado, lo que teníamos era fantástico para nosotros y hasta hoy, cuando uno se junta con gente de nuestra época, bastan un par de tragos para que nos acordemos de esas cosas y podamos volver a sentirnos esos niños mucho más ingenuos y menos “conectados” que los de hoy, pero que quizás teníamos más momentos para hacer, en familia o con amigos, cosas mucho más simples, pero más cercanas, más íntimas.
PNB 2015
Comentarios recientes
Hola! Mi hija debe hacer su biografía en la cual debe ir su fecha de nacimiento, donde estudió y el año de la publicación de sus libros.usted me podría ayudar con esos datos por favor.
estimado don pablo mi hijo cursa cuarto basico y nos toco leer su libro las aventiras de romeo palote, detective, debemos hacer una ficha de usted y no hay mucha informacion de su fecha de nacimiento
Buenas tarde Pablo.
Por casualidad llegué a "Algunas Letras Compartidas " , donde narras la vuelta a clases , me fascinó , me llevaste de viaje al pasado ...
¡Gracias por tus hermosas narraciones!
Ma
Hola Janett, mi correo es: pnb1963@outlook.es. Encantado de estar en contacto y apoyarte en lo que necesiten. Abrazo